
20 Jun EFECTOS DEL ESTRÉS SOBRE LA MUSCULATURA
El estrés es un estado que todo el mundo padece de vez en cuando, pero es realmente contraproducente cuando este estado se vuelve algo crónico. Lamentablemente en esta sociedad son muchos los agentes externos y también internos que pueden hacer que el estrés nos acompañe largas temporadas. Es un mal compañero de viaje, ya que es capaz de desencadenar una gran cantidad de problemas físicos y psicológicos si no se controla. Los efectos del estrés sobre la musculatura pueden ser considerables
¿A QUÉ NOS ESTAMOS REFIRIENDO?
Podemos decir de forma breve, que el estrés es la respuesta física que genera nuestro cuerpo ante un desafío o amenaza. Cuando se trata de un peligro real, esta respuesta es totalmente necesaria, incluso a veces para mantener nuestra integridad. Pero, en muchas ocasiones, debido a una personalidad ansiosa o neurótica, vivencias pasadas y recuerdos desagradables de estas, el cerebro considera que existe un peligro y elabora una respuesta desmedida ante una situación que no supone una amenaza real. Nuestro organismo se prepara para «luchar» o «huir».
El problema es que en ocasiones el sistema nervioso continua considerando dicho peligro como real o no superada durante largo tiempo y a esa amenaza se añaden más. Entonces, ese estado de alarma se convierte en un estado de adaptación, por el cual se aguantará mejor el estrés inicial, pero se limitará la capacidad del organismo para tener una vida «normal». Es en este momento cuando comenzarán a aparecer episodios de ansiedad más o menos fuertes, falta de apetito, humor variable, difucultad para descansar y, por último, tensión muscular continuada en diferentes zonas del cuerpo, agotamiento y dolor.
¿QUÉ SUCEDE REALMENTE?
Cuando el cuerpo se enfrenta a una situación de estrés, bien sea ocasional o permanente, el cuerpo genera una serie de respuestas fisiológicas. Explicado de forma sencilla, podemos decir que la hipófisis y el hipotálamo, que se encuentran en el cerebro, mandan una señal de alarma a las glándulas suprarenales y estas segregan adrenalina y cortisol. Cuando esto sucede, el organismo reacciona a este proceso, aumentando la actividad del sistema nervioso simpático, dilatando las pupilas, interrumpiendo o ralentizando las funciones de las glandulas salivares, interrumpiendo las funciones digestivas y aumentando la frecuencia cardiaca y la tensión arterial. Se prepara al sistema musculoesquelético para responder al peligro, aumentando y manteniendo el tono muscular.
Si esto se mantiene en el tiempo, es muy probable que, tarde o temprano, la musculatura no sea capaces de soportar esa situación sin que se produzca un colapso. Este colapso puede provocar lesiones musculares como contracturas, subrecargas y también desequilibrios mecánicos, bloqueos y rigidez a nivel articular.
Como he comentado en otros post, es interesante también hablar de como el estrés afecta a visceras como el hígado, el estómago o el intestino grueso. Si esto ocurre y el organo sufre una pequeña disfunción, las consecuencias directas sobre estas pueden ser trastornos como el colon irritable o la úlcera de estómago. Pero no hay que olvidar que cada uno de nuestros órganos genera un reflejo en forma de dolor en una o varias zonas del cuerpo cuando entra en disfunción. Por eso nuestro sistema musculo esquelético se verá afectado también de forma indirecta.