Epicondilitis y epitrocleitis en el pádel - Nacho Varela
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Epicondilitis y epitrocleitis en el pádel

La epicondilitis y la epitrocleitis son lesiones muy frecuentes entre personas que practican deporte, sobre todo en aquellos en los que las extremidades superiores sufren de mayor exigencia, como el tenis, el pádel, el golf o el béisbol. Pero también son lesiones que se dan en personas que tienen trabajos en los que se usan mucho las manos y los brazos.

A veces, incluso, pueden aparecer sin ningún motivo aparente en gente que no practica deporte ni tiene trabajos muy exigentes para sus brazos. En estos casos es posible que el origen pueda ser emocional, por una disfunción de la vesícula biliar, que afectará al segmento C5-C6 y C7 pudiendo generar problemas musculares y dolor (normalmente constante a diferencia de la de origen físico) derivados en nuestro antebrazo. En este post, explicaré en qué consisten estas lesiones, pero después me centraré en la epicondilitis y epitrocleitis en el pádel. Hablaré de posibles causas y sobre todo de soluciones para que podamos evitar estas lesiones o, en caso de padecerlas, librarnos de ellas lo antes posible.

 

 

¿En qué consisten estas lesiones?

Estas lesiones se dan por una inflamación en la zona de inserción de los tendones de la musculatura extensora en el epicóndilo (epicondilitis) o flexora en la epitróclea (epitrocleitis). Esta musculatura posee tendones largos que tienen mala vascularización, lo que dificulta el aporte de nutrientes para regenerar colágeno cuando aparece la lesión. Cursa con dolor en esta zona y en la musculatura del antebrazo. El dolor aumenta cuando cogemos objetos o hacemos alguna tarea con los brazos, lo que puede resultar muy molesto.

 

¿Qué pasa en el pádel?

El pádel es un deporte en el que estamos constantemente sujetando el peso de la pala (solo este acto genera más tensión en el brazo que los movimientos repetitivos) y en el que intervienen movimientos de flexión y extensión palmar todo el rato. Además de las vibraciones que se producen por el impacto de la pelota con la pala, que repercuten en nuestro codo.

Muchas personas comienzan a jugar a menudo sin previamente haber practicado este deporte. Se apuntan a clase y juegan dos o tres partidos en semana sin un periodo de adaptación previo y sin realizar ejercicios de estiramiento correctamente después de jugar. A veces las molestias comienzan tras un partido, pensamos que desaparecerá, no le damos importancia y seguimos jugando en días sucesivos hasta que nos damos cuenta de que el dolor no nos permite continuar. Es frecuente también que estas lesiones aparezcan cuando hacemos un cambio de pala, ya que la diferencia en la distribución del peso y en el grosor de la empuñadura, hacen que se activen diferentes fibras musculares que con la pala anterior trabajaban menos.

¿Que debo hacer para evitar la epicondilitis y epitrocleitis en el pádel?

–  Lo primero es comenzar a jugar de forma progresiva. No pretendas jugar todos los días si vienes de una etapa de parón o nunca has jugado. Comienza con un par de horas a la semana y, si quieres, aumenta poco a poco los días u horas de juego.  No olvides hacer estiramientos siempre que termines de jugar.

Si cambias de pala, haz una correcta adaptación. No lo hagas de forma radical e intercala una pala con otra durante los partidos durante al menos una o dos semanas.

Cuidado con la empuñadura. Como comenté en mi último video en IGTV, es necesario cuidar el grosor de la empuñadura, ya que una empuñadura muy gruesa o excesivamente fina pueden fatigar más la musculatura del antebrazo.

– Un consejo muy útil es, durante el juego y cuando estoy esperando la pelota del campo rival, sujetar la cabeza de la pala con la mano no dominante para compensar el peso y no hacer trabajar de más a la dominante. Parece una tontería, pero si sumas los minutos que no estás golpeando la pelota puedes hacerte una idea del tiempo que tu brazo dominante está soportando el peso de la pala el solito. Prácticamente todo el partido.

 

 

– Asegúrate de tener una pala de calidad, con un buen sistema de antivibración y cuidado con el peso si no estás acostumbrado. Las palas más «cabezonas» son las más potentes, pero también las que más problemas de este tipo pueden generar.

 

¿Qué hago si ya tengo esta lesión?

– Lo principal es saber parar y acudir a un profesional para que nos haga una buena descarga en la musculatura del brazo y antebrazo además de guiarnos en la recuperación con rutinas de ejercicio, estiramientos y consejos de nutrición.

– Los ejercicios de estiramiento son imprescindibles y debemos realizarlos al menos dos veces al día durante 5 minutos y siempre al terminar cuando volvamos a jugar.

– El automasaje es muy útil y muy sencillo en esta zona del cuerpo.

– El brazalete no es ninguna panacea, pero hay a personas que les funciona muy bien, así que no dudes en probarlo.

 

 

– Si tu lesión es aguda, es decir es reciente y con inflamación, aplica frío tres veces al día durante 10 min. Después de 72h puedes comenzar a alternarlo con calor haciendo contrastes.

– Una buena hidratación es esencial. Además será interesante tener aportes como la vitamina C que es importante para formar colágeno. El magnesio es un precursor del colágeno con lo que no está demás incluirlo dentro de tus complementos. También podemos tomar vasodilatador periférico natural como el ginkgo biloba y tomar un antiinflamatorio natural como la cúrcuma en cápsulas.

 

El tratamiento no quirúrgico es eficaz en el 90% de los casos así que es importante tomarse esta recuperación en serio para evitar que se cronifique y tengamos que ponernos en manos de un cirujano.