DOLOR ARTICULAR CON EL CAMBIO DE TIEMPO - Nacho Varela
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DOLOR ARTICULAR CON EL CAMBIO DE TIEMPO

Algunas personas padecen dolor en sus articulaciones cuando se produce un cambio en la climatología, sobre todo cuando bajan las temperaturas y aumenta la humedad. También hay personas que han tenido una fractura ósea y sienten dolor en la zona afectada un poco antes de que la presión atmosférica descienda. Pero ¿tiene alguna explicación científica esta relación del dolor articular con el cambio de tiempo o es solamente una cosa que se ha dicho siempre y hemos aceptado?

 

 

Parece que el frío no es el factor desencadenante y único del dolor articular pero sin embargo sí que puede agravar el cuadro de algunas enfermedades como las de tipo reumático. Todos hemos escuchado a personas mayores o personas que han tenido una lesión con fractura, quejarse de un dolor incipiente en una articulación o en la zona de la lesión cuando cambia el tiempo. Las zonas más comunes son las rodillas, los tobillos, las muñecas y las manos. Aunque a día de hoy no hay evidencia por parte de la ciencia, existen algunas teorías que tratan de explicar la relación del frío con el dolor articular.

 

DIFERENTES TEORÍAS

 

Frío y contracción muscular

 

Algunas sostienen que este dolor se produce debido a la contracción muscular prolongada que provoca la exposición a bajas temperaturas. Todos hemos estado alguna vez «encogidos de frío» y hemos sentido rigidez en el cuello al intentar llevar nuestra cabeza dentro del cuello del abrigo durante un paseo. Hay que tener en cuenta que una articulación ya desgastada sufre más si los músculos que la mueven se ven sometidos a un estrés mecánico prolongado.

 

Cambios barométricos

 

Otras teorías sostienen también que la aparición del dolor articular con el cambio de tiempo está muy relacionado con la oscilación en la presión atmosférica o cambios barométricos.  Se cree que estos cambios pueden afectar directamente a las terminaciones nerviosas sensitivas, incrementando la sensación de dolor.

También se piensa que los dolores articulares pueden estar relacionados con el cambio de densidad del líquido sinovial en nuestras articulaciones. Este líquido se encuentra en el interior de la cápsula articular y se encarga de proteger y evitar la fricción entre los diferentes elementos que componen la articulación. A mayor frio mayor viscosidad. Esto provoca un aumento de fricción entre los elementos que la componen.

 

 

 

Además se relaciona con el cambio de presiones extra e intracapsular. Cuando hay estabilidad climática, existe equilibrio entre la presión extracapsular y la que hay dentro de la misma. Si se produce un cambio brusco en el tiempo, se acompaña de modificaciones en la presión atmosférica. El «buen tiempo» se asocia a altas presiones y el «malo» a bajas presiones. Cuando hay un descenso de la presión extracapsular (mal tiempo), el líquido sinovial que hay dentro de la cápsula tiende a salir de la misma, produciendo un estado de pretensión capsular y generando dolor articular sobre todo las articulaciones previamente dañadas o ya envejecidas. Es un principio físico de regulación que puede hacer que algunas personas se conviertan en expertos meteorólogos.

 

Humedad y cambios en la percepción del dolor

 

A veces se asocia también a cambios en la humedad del ambiente, que en teoría perturban los mecanismos de percepción del dolor. De esta forma, estímulos que con un clima templado no serían dolorosos, el cuerpo si los percibe así con un clima frío y húmedo.

 

Factor psicológico

 

Por último hay que tener en cuenta el factor psicológico. El frío y la humedad puede hacer que estemos desanimados y más susceptibles a prestar atención a sensaciones de dolor. El sol es una de las principales fuentes de energía para nuestro cuerpo.

 

 

 

Una persona «meteorosensible» es aquella que presenta una mayor sensibilidad a los cámbios metereológicos. Se calcula que el 30% de la población padece esta sensibilidad tanto física como psicológica.

La dieta juega un papel fundamental en el dolor articular, por lo que será importante controlarla si queremos reducirlo. Como he comentado en algún post de este blog, alimentos como el cerdo, los lácteos o la harina de trigo son altamente inflamatorios y pueden provocar un incremento del dolor, mientras que otros como el jengibre o la cúrcuma entre otros, pueden ayudarnos a encontrarnos mejor por sus propiedades antiinflamatorias.